martes, 1 de mayo de 2012

Bajo los palos: "El día que Neuer sí fue Oliver Kahn"



Comenzó su carrera en las categorías inferiores del Shalke, donde se consagró como portero titular, no solo de su equipo, sino también de la selección alemana.

Sentía los colores del Shalke, el equipo de su corazón, pero el pasado verano llegó el club más grande de Alemania, con 22 trofeos nacionales de Liga y cuatro campeonatos de Europa, el Bayern de Múnich, con una oferta a la que ni él ni el club pudieron decir “no”: para él la posibilidad de jugar en el club más grande de Alemania, con todo lo que ello conlleva y un contrato por 5 años; para el Schalke, 25 millones de euros, algo casi impensable para un portero (exceptuando los 25 millones que también pagó el Manchester United por el joven portero David de Gea).

La afición de Múnich no entendió el caro traspaso del joven Neuer; “¿para qué queremos un portero que siente los colores de otro club?” afirmaban.

Pronto tardó en hacer olvidar esto a la afición bávara, pues a principios de octubre logró estar 1018 minutos consecutivos sin encajar un gol, superando la marca de una leyenda viva del club como Oliver Kahn, con quién empezaron a compararlo por su cabello rubio, sus habilidades bajo los palos y su destreza para detener penaltis.

“El sucesor de Oli Kahn, tenemos al sucesor de Kahn” afirmaban los que meses atrás no entendían ese caro traspaso. 26 años, 1,94 metros de altura, el joven guardameta comenzaba a ser un ídolo en Múnich pocos meses después de su llegada.

Siempre fue un portero irregular, combinando buenas y malas actuaciones, pero que sin duda, está llamado a ser uno de los mejores guardametas del mundo y los pilares de la Selección Alemana.

Neuer empezó a convertirse en héroe al meter a su equipo, el Bayern de Múnich en la final de la Copa Alemana, tras una soberbia actuación en la tanda de penaltis contra el Borussia Mönchengladbach.
Pero solo se podía consagrar en un escenario como el Santiago Bernabéu. Era miércoles, 25 de abril, en la vuelta de las semifinales de la Liga de Campeones (2-1 para el club bávaro en la ida) y se enfrentaban al Real Madrid, con nueve copas de Europa a sus espaldas y buscando la décima.

No comenzó bien el partido, pues a los seis minutos el Real Madrid se adelantaba con un gol de Cristiano Ronaldo de penalti, y ocho minutos después, tras una mala salida del portero de Gelsenkirchen, el astro portugués colocaba el segundo tanto en el marcador, que dejaba la eliminatoria muy favorable para los blancos. Pero en el minuto 27, Robben colocaba el 2-1 en el marcador, tras aprovechar el lanzamiento de penalti. Las ocasiones se sucedieron, Iker Casillas y Manuel Neuer brillaron bajo los palos, pasó la prórroga y llegaron los penaltis. El Bernabéu coreaba al unísono “Iker, Iker”, haciendo saber a su portero que contaba con su apoyo, mientras Manuel, se aislaba del ambiente. No era consciente de lo que iba a pasar. Once años atrás, su ídolo y con el que muchos lo comparan, Oliver Kahn había ganado una Copa de Europa para su equipo, curiosamente ante un equipo español que también vestía de blanco; el Valencia.

Se adelantaba el Bayern con gol de Alaba tras engañar a Casillas. Cristiano Ronaldo, un auténtico especialista en los lanzamientos desde los 11 metros se preparaba para igualar el marcador; lanzó el penalti a la derecha del guardameta, que sacó una mano providencial, en un penalti muy complicado de detener, ajustado al palo y por abajo. Colocaba Mario Gómez el 2-0 en la tanda de penaltis. Era el turno de Kaká, lanza y nuevamente vuelve a parar Neuer; quien sabe lo que se le pasaría por la cabeza en ese momento, ya que estaba llevando a su equipo a una final de Champions League.
Era el turno del Bayern, para casi sentenciar la eliminatoria, pero apareció el que sin duda es el mejor portero del mundo: Iker Casillas, deteniendo dos penaltis. 2-1 ganaba el Bayern, cuando era el turno de Sergio Ramos, que mandó el penalti a las nubes; después le tocó a Schweinsteiger, que no falló.
El club bávaro se convertía así en el primer club en toda la historia que va a jugar una final de Liga de Campeones en su propio estadio. Todos corrían a abrazar al atacante alemán, pero esa noche solo había un héroe: Manuel Neuer, que desde ese día se convirtió en leyenda del Bayern de Múnich, quizá sea una osadía compararlo con Oliver Kahn, una auténtica leyenda, quizá no, pero siempre podrá decir: “Un día yo fui Oliver Kahn”.

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