miércoles, 25 de abril de 2012

El ejemplo que damos



Por Bruno Gómez

Cada fin de semana vas a ver a tu hijo al campo municipal que toque. Te encanta verlo jugar al fútbol y sueñas con que algún día llegue a ser Messi o Cristiano Ronaldo. Eres un iluso, porque eso, con toda probabilidad, no pasará. Insultas al árbitro desde el minuto uno. Ni tú sabes por qué lo haces. No piensas en él, no te paras a pensar que a lo mejor ese árbitro ha pasado un día malo. Tú, encima, le faltas al respeto sin parar. No te pones en su lugar, no te llegas a imaginar que es un ser humano, de aquellos que tienen sentimiento. Y que sí, que le pagan por pitar un partido de fútbol, pero se levanta a los ocho de la mañana de un sábado para que tu hijo pueda darle patadas al balón.


¿Quién te piensas que eres?. Quieres demostrar a los demás padres que eres el más valiente. Pero, en realidad, eres un cobarde, y estás dando el peor ejemplo que se le puede dar a un niño: ver a su padre faltando el respeto a una persona y, aún peor, ver cómo ese hecho se normaliza sábado tras sábado.

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